El libro, cuenta la historia y las curiosidades de uno de los edificios más emblemáticos de la capital aragonesa.
Diseñado y construido en la segunda mitad del siglo XVI por uno de los mejores arquitectos de la ciudad, un morisco llamado Lope el Chacho, el palacio es de estilo renacentista y recibe el nombre del noble que lo mandó edificar: Artal Alagón, conde de Sástago y virrey de Aragón.
El palacio sufrió daños por el gran terremoto de Lisboa de 1755 y también padeció los estragos de los Sitios. Después de la Guerra de la Independencia, fue sede la capitanía general y de otras instalaciones del ejército hasta que en 1848 el conde de Sástago alquiló los salones nobles de la planta principal para que albergaran el Casino de Zaragoza.
De esa
reforma se encargó el gran arquitecto Ricardo Magdalena, que acondicionó
estancias tan señoriales como el salón del Trono o la sala de los
Tapices.
El gran patio central y las estancias de la planta baja se fueron alquilando por zonas para distintos usos que fueron ocultando la belleza del inmueble original: el Gran Café de París, un salón con billares, una pastelería, la oficina de un banco…
La ciudad se llegó a olvidar de que allí había un palacio y el edificio se fue deteriorando tanto que en 1970 se llegó a pedir su derribo por el riesgo de que se derrumbara.
Hasta que la DPZ lo compró y lo restauró, las obras se terminaron en 1985 y desde entonces el palacio de Sástago está abierto al público como espacio de exposiciones, conferencias, congresos, conciertos y otros actos culturales.